El conocimiento de las Sagradas Escrituras hace que
comprendamos la vida; el conocimiento de la historia nos puede dar una
creciente apreciación por la Palabra de Dios. Para ayudarnos a entender las
cosas, Dios divide la historia en diferentes eras. Una de ellas se llama “los
tiempos de los gentiles” (Lc.21:24), período en el cual el liderazgo de las
naciones no está más en manos de Israel sino en manos de imperios gentiles.
Este período comenzó con la cautividad de Judá bajo Nabucodonosor, rey de Babilonia
(2Co.36:21). Desde entonces, el mundo ha estado “hollado por los gentiles”
(Lc.21:24) y continuará así hasta que Cristo regrese a buscar a la Iglesia.
Esta era de los gentiles se ha
caracterizado por muchos eventos: 1)
el surgimiento de una potencia y un control mundial gentil (Lc.21:24); 2) la desaparición de Israel como
potencia mundial (Mt.21:18-20); 3)
el surgimiento de la Iglesia (Ef.1:20-23); 4)
la renovación o el renacimiento de Israel (Mt.24:2); 5) la declaración de la futilidad de la adoración en el templo
(Mt.24:2); 6) Cristo llama a Israel “ovejas
perdidas” (Mt.15:24), y 7) el
intento de dominación mundial por parte de una potencia gentil bajo el
liderazgo del anticristo.
La Biblia indica que la fuerza masiva
del poder mundial gentil será destruida. El mundo comercial, que tendrá como
centro la ciudad de Babilonia, tendrá control por un tiempo limitado. Las
Escrituras anuncian la devastación del comercio y la moneda mundial
(Ap.18:2-3,9).
Al considerar las condiciones que caracterizan
los tiempos de los gentiles, llegamos a la conclusión de que el hombre sin
Dios, no importa cuáles sean sus capacidades, no puede triunfar. El resultado
de la mera actividad humana, aunque sea admirable, será fracaso, pérdidas y
devastación final. Por mucho tiempo el mundo se ha jactado de no necesitar a
Dios; ha confiado en su propia capacidad para gobernar teniendo como simple
guía la sabiduría humana. Durante los tiempos de los gentiles, el mundo creerá
en muchas religiones, en muchas filosofías, y establecerá muchas metas. Estas podrán
ser espectaculares por algún tiempo, pero al final no llegará a nada. Por
tanto, hacemos bien, en llegar a la conclusión de que la cultura puede
mejorarse solo por la intervención divina. Solo Cristo, al regresar con poder y
gran gloria, podrá hacer de la sociedad algo útil y provechoso. Dicha sociedad,
como claramente enseñan las Escrituras, puede existir solo si se transforma la
naturaleza humana. El mundo es pecaminoso y durante los tiempos de los
gentiles, está controlado por la raza humana caída. Esta, por la abundancia del
pecado, ha perdido su condición espiritual está “destruida de la gloria de Dios”
(Ro.3:23). Por lo tanto, el hombre no puede confiar en la “humanidad”; debe
edificar su vida sobre un único fundamento: la fe en Jesucristo, el eterno Hijo
de Dios.
La condición final de la riqueza, los
valores que tiene el mundo, está resumida en la Palabra de Dios (Ap.18:14-15).
En el cuadro de la revelación, los tiempos de los gentiles son temporalmente
magníficos pero moralmente ciegos. Lo que los incrédulos pueden hacer en el
mundo podrá ser atractivo por el momento, pero al final será completamente consumido
por el fuego devastador del cielo. Debemos comprender que, sin Dios, lo único
que pueden producir los judíos y los gentiles es destrucción. Se nos insta a
estar consciente de ese programa del mundo, los tiempos de los gentiles, pero
sin llegar a la cooperación.
Bibliografía: Biblia de Estudio de Profecía por Tim
LaHaye, Reina Valera 1960. Artículo por David W. Breese.
La Biblia dice: "Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan",(Lc.21:24). Amén.
ResponderEliminar